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¿DE DÓNDE SURGEN LAS FICCIONES? O… LA INSPIRACIÓN LLEGA CON RE


En algunos de sus escritos, Julio Cortázar aseguraba que para él no existían buenos o malos temas para escribir, sino que todo dependía del tratamiento que el escritor hiciera de ellos. También relataba que en innumerables ocasiones sus conocidos le decían: “…tengo algo para contarte, para que escribas un cuento”, y que en la mayoría de los casos la anécdota no le interesaba.

Un cuento puede surgir de una imagen, una idea, una frase leída en un libro, una noticia de actualidad, una conversación escuchada al pasar… Cualquier cosa que conecte con lo más profundo del escritor, que le resulte significativa, puede ser materia para la ficción.

Esto no quiere decir que de inmediato sea posible sentarse y escribir un cuento de un tirón. La inspiración no funciona así. A veces, es posible que aparezca ese “algo” y no sea todavía el momento de desarrollar una historia. Puede ocurrir que esos materiales queden en una etapa de “incubación” más o menos larga, en la cual se dan procesos inconscientes, hasta el momento en que surge algo con lo cual trabajar. Ese “surgimiento”, esa “luz” es lo que se asocia con la inspiración.

En la entrada anterior contaba cómo acepté el desafío de escribir un microrrelato. Ahora quiero contar un poco más sobre ese proceso.

Hace más de un año se me ocurrió una frase parecida al inicio de “La cita” : alguien –no sabía quién- recibía un sobre con la leyenda “Urgente” –no sabía por quién-. Tampoco tenía idea del contenido del sobre. Sólo se me ocurrió la frase, la escribí en uno de los cuadernos donde registro cada cosa que me resulta interesante, y ahí quedó en espera (casi siempre llevo conmigo lapiceras y una libreta, un cuaderno o aunque sean unas hojas para anotar una ocurrencia en el momento. Muchas veces me pasó que confié en mi memoria, y cuando tuve papel y lápiz a mano ya no recordaba de qué se trataba).

Durante todo ese año la frase estuvo ahí, sin que yo supiera nada nuevo sobre el remitente y el destinatario del sobre misterioso. Sólo cuando comencé el proceso para escribir “La cita” encontré la respuesta a esos enigmas.


Algo diferente es la historia del cuento “Las flores no siempre anuncian la primavera”. En este caso, el origen fue una imagen mental: una flor blanca con una gota roja deslizándose por uno de los pétalos. Nada más que eso: ni frases inacabadas ni tema ni personajes. Sólo esa imagen que tomé y retomé durante más de dos años –sí, dos años- sin poder construir con ella una historia que me conformara. Busqué temas, creé personajes, ensayé argumentos… nada era lo que yo quería. Y la imagen de la flor con su gota siguió ahí, hasta que un día “surgió” la historia de Nadia/Mía.

Ese “surgió”, entrecomillado, podría parecer el resultado de una inspiración súbita, pero no fue tal. La inspiración es siempre algo muy pequeño que requiere, después, un largo y laborioso proceso de elaboración. Borradores y borradores; lecturas, correcciones, trabajo, tiempo y esfuerzo hasta llegar a un resultado satisfactorio.

Estos son algunos ejemplos; cada historia tiene un origen diferente, pero casi siempre el mismo proceso. Mientras tanto, en mis cuadernos quedan muchas imágenes, frases, ideas, temas que esperan el momento adecuado.

En la sección OBRA pueden leer “Las flores no siempre anuncian la primavera”. Ahora conocen algo de su gestación.

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