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LO QUE LE “HABLA” AL ESCRITOR…

Desde hace muchos años, ciertas construcciones abandonadas –algunas, no todas- ejercen sobre mí una extraña fascinación.

He tratado porfiadamente de entender por qué, pero aún no lo he logrado. Quizá sea la atmósfera que las rodea; quizá la fortaleza que transmiten al mantenerse erguidas a pesar de la desidia y el olvido; quizá porque puedo vislumbrar lo que alguna vez fue su esencia.

Descubrí este edificio la primera vez que viajé a Mar del Plata. Era la mañana de un domingo nublado, muy temprano. Había salido a caminar por la costa y, de golpe, apareció. Me impactó.

Su grandiosidad decadente; la atmósfera gris; las calles vacías de turistas me hicieron sentir algo que todavía no puedo definir a pesar de dedicarme a jugar con las palabras.

Me senté en la esquina de enfrente y me quedé observándolo. El mirador; las terrazas; las breves escaleras que trepan en distintas direcciones; las columnas que flanquean la puerta principal… Era el sobreviviente maltrecho de una época muerta.


A partir de ahí empecé a investigar. Construida en las primeras décadas del siglo XX como la villa de verano de una familia acomodada, fue después un hotel de prestigio que, hacia fines de la década del ’90, cerró sus puertas.

Los escritores creamos historias a partir de ideas, imágenes, atmósferas, lugares, trozos de diálogos oídos al pasar… en fin, a partir de cualquier cosa que nos movilice y nos llame la atención. A partir de algo que nos “hable”. Entre tantos motivadores están, para mí, estos añosos fantasmas. Cada vez que viajé a Mar del Plata –pocas; muchas menos de las que quisiera- busqué esta antigua villa y volví a sentarme frente a ella para contemplarla. Me sigue cautivando a pesar de las tejas arrancadas, los grafitis irrespetuosos, las malezas crecidas, los vidrios rotos, las maderas resquebrajadas… Quisiera recorrerla, curiosear en su interior, pero un tejido perimetral impide acercarse. Entonces, juego a imaginar; ensayo posibles hechos acontecidos entre sus paredes, en sus numerosas habitaciones, en ese mirador que me hace pensar en los relatos de las "Mil y una Noches"… Sé que algún día escribiré un cuento en ese escenario. Mientras tanto busco, en cada lugar adonde voy, alguna edificación que me provoque; que me “hable”.

“Revelación” surgió del recuerdo de una casa de campo abandonada que conocí hace varias décadas, a la que los vecinos llamaban “la casa del alemán”. En aquel momento sí pude divisar algunas sombras interiores a través de los vidrios sucios, aunque no fue suficiente para conformar mi curiosidad; esa curiosidad que convoca a las más disparatadas ideas. Así surgen los “mundos posibles” de la creación literaria.

L@s invito a leer este cuento en la sección “OBRA”.

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