"Hacer la América..."
Entre las últimas décadas del siglo XIX y la Segunda Guerra Mundial llegaron a la Argentina más de cuatro millones de personas, provenientes del otro lado del Atlántico.
Italianos y españoles en mayor medida, pero también franceses, suizos, austríacos, ucranianos, vascos, rusos, libaneses, entre otros, se arrancaron de su patria y se lanzaron hacia lo desconocido. Las razones fueron numerosas: la falta de trabajo y de tierras para producir; el hambre; las guerras; las enfermedades; las persecuciones políticas y religiosas les hacían sentir que en su tierra no tenían futuro.
A la vez, América era un faro que les prometía bienestar: había tierras disponibles; faltaban brazos para trabajar; se podían profesar todas las religiones; había libertad y paz.
Muchos ya se habían ido y, desde allá, mandaban cartas llenas de buenas noticias. Los alentaban a partir.
Podían hacer la América y volver… podían comprar tierras y quedarse…
Uno de los hombres de la familia podía ir a ver qué pasaba, trabajar un tiempo y, si las cosas iban bien, mandar a buscar a los demás…
La patria los estaba echando. América los llamaba; allá se podía progresar.
Así, en el seno de cada familia empezaba a prender la idea de emigrar.
“Mi abuelo de España tenía cuatro varones y una mujer… En la guerra del ’14, el servicio militar era de tres años. ¡Imaginate, tres años! Mi abuelo los mandó a los varones acá, por eso mi padre era desertor… Para no tener que despedirse de la familia, la noche antes se escaparon por la ventana…”.
Ofelia Fornés
Fragmento de entrevista. Villa María, abril de 2012
De: "LOS HILOS DE LA MEMORIA". Liliana Fassi.
El Mensú Ediciones. Villa María. Junio 2018