A la revista digital "LITERARTE" (Argentina), una vez más: ¡GRACIAS!
¡Hola!
Quiero compartir con ustedes mi alegría por una nueva publicación.
La revista digital "LITERARTE", declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, incluyó en su edición de febrero mi poema "IRONÍA".
es cuento cómo surgió esta obra: hace años leí que Jorge Luis Borges fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional en 1955, cuando ya había quedado ciego. Durante mucho tiempo me pregunté qué habría sentido, cómo habría vivido él esta situación. Leí bastante sobre su ceguera, que era casi inevitable dada la historia familiar. En todas esas lecturas no encontré rebelión ni frustración; al contrario, lo que percibí (no quiere decir que esto sea necesariamente así) fue aceptación.
Como resulta evidente, su capacidad creativa no fue afectada; sin embargo, yo siempre sentí que era una ironía (¿una crueldad?) del destino que ese rol no le hubiera llegado cuando aún podía disfrutar del universo de libros que tenía ante él.
De esas y otras reflexiones, que duraron años, surgió el poema "IRONÍA".
Como siempre, los invito a leer, y les dejo el enlace a la revista "LITERARTE", porque hay muchas y buenas obras.
IRONÍA
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán.
Jorge Luis Borges
¡Qué ironía, la del Gran Escriba!
Le abrió las puertas del infinito mundo
y al mismo tiempo
le entregó las sombras.
Tuvo al alcance de la mano
aquello mismo que le fue negado,
pero jamás le reprochó, iracundo,
al Dador de semejante afrenta.
El hombre luz, con sus dedos ojos, creó laberintos de trazos imposibles. Fundó ciudades, cartografió tierras, exploró confines. Galaxias, eras, ideas y materia, nada para él era incognoscible.
Con sus ojos escasos
logró ver el universo entero.
Vislumbró todos los libros escritos
en todas las lenguas,
en todos los tiempos,
en todos los lugares.
Aunque el crepúsculo lo cubría, inexorable, tomó las palabras y las volvió diáfanas. Ellas se le entregaron como vírgenes enamoradas; se preservaron puras para que él las fecundara.
Vivió en un paisaje de formas indecisas,
pero nunca la vida le resultó carencia.
Del hombre luz,
de su mente prodigiosa,
brotó un manantial
que no se agotó nunca.
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